nuestro país los reinados de Juan II y Enrique IV de Castilla, las humillaciones que esos
monarcas debieron sufrir de los nobles que teóricamente eran sus vasallos pero que los
manipulaban a su antojo. Esa situación cambió radicalmente en algunos países de Europa
Occidental (Portugal, España, Francia, Inglaterra…) a partir del siglo XV. Desde entonces,
aunque la aristocracia feudal siguió teniendo poder económico y dominio de clase sobre el
campesinado, dejaron de ser un problema político para los reyes y se conviertieron en
cortesanos de éstos como un ornato de la corona.
Cuando se dice que nuestra sociedad está derivando hacia un nuevo feudalismo se refiere al
de la primera etapa antes descrita, cuando los grandes terratenientes eran un poder que los
monarcas debían respetar y temer. Lógicamente ya no se trata de que vuelva la época en la
que la posesión de la tierra y su cultivo sea el factor determinante de dominio económico-
social. Después de esa etapa vino la industria, las tecnologías… El dinamismo de esta
sociedad creó formas más complejas de gestionar y elaborar los recursos necesarios para la
vida humana, lo que generó formas más sofisticadas de dominio económico. Lo que ocurre es
que en ese proceso, y sobre todo por la mundialización antes mencionada, los gestores de las
nuevas formas de dominio van escapando cada vez más al control de la autoridad política,
creando una situación similar a la del feudalismo inicial por la carencia o debilidad de una
autoridad que represente a todos en beneficio de todos por igual. Estamos viendo que los
estados nacionales e incluso entes multiestatales como la Unión Europea tienen dificultades
para someter a su política a las grandes corporaciones industriales y financieras. Las
industrias eléctricas, la petrolíferas, las farmacéuticas, los grandes bancos, y tantos otros entes
económicos multinacionales se pueden pitorrear de los gobiernos de las naciones en materia
de fijación de precios y evasión de impuestos de la misma manera que los señores feudales
del Medievo despreciaban a sus reyes.
Pero es un proceso que está muy lejos de haber culminado. La cosa camina hacia peor en el
sentido de que ese tipo de dominadores de la sociedad y de la economía mundial se van
haciendo cada vez más desconocidos, más anónimos. En otras épocas se hablaba de los
dominadores económicos del mundo con términos como “los Rothschild” o “el Club
Bilderberg” que quizá reflejasen la realidad de ese dominio. Últimamente se mencionan cosas
como: Ocho personas en el mundo poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la
humanidad. Parece ser que esa lista está constituida por personas como Bill Gates, el
fundador de Microsoft, Jeff Bezos, el dueño de Amazon, Amancio Ortega, fundador de
Inditex, Warren Buffett, director ejecutivo Berkshire Hathaway, Carlos Slim Helu,
propietario del Grupo Carso, Mark Zuckerberg, presidente, director ejecutivo y cofundador
de Facebook, Larry Ellison, director Oracle, y Michael Bloomberg, fundador y propietario
Bloomberg. Todas esa personas y otras por el estilo, a fin de cuentas, están ligadas a algún
sector del sistema productivo, y los gobiernos pueden intervenir esas empresas si se empeñan
en hacerlo.
Y además son personas conocidas. Los verdaderos enemigos del género humano, los nuevos
señores feudales, son desconocidos. En ese sentido el nuevo feudalismo es más potente y
peligroso que el antiguo. Juan II de Castilla sabía dónde encontrar a Álvaro de Luna para
hacerlo decapitar en Valladolid, y los jacobinos de la Convención conocían a los nobles a los
que querían hacer pasar por la guillotina. Pero los nuevos señores feudales son desconocidos,
invisibles. La mercancía con la que trabajan, por sí misma, no forma parte de la producción y
distribución de los recursos necesarios para la vida humana, pero condicionan y manipulan,
en provecho propio, la producción y la distribuución de esos recursos. En vez de llamarles
señores feudales démosles su verdadero nombre, son los mercaderes (el único personal al que